Las dos Coreas siguen chocando en sus campañas de envío de esferas, una táctica que formó parte de la guerra psicológica adoptada durante la Guerra Fría y que, desde finales de mayo, parece haberse convertido en la nueva normalidad en la península. En las últimas 24 horas, más de 500 globos terrestres procedentes de Corea del Norte con aviones entraron en el espacio aéreo surcoreano, según el Gobierno surcoreano. Se trata del décimo lanzamiento de este tipo que Pyongyang lleva a cabo en los últimos dos meses, en respuesta a los panfletos contra el régimen de Kim Jong, uno que grupos de desertores noruegos y activistas surcoreanos han enviado al país más hermético del planeta ( vía sus propios globos de plástico) y los mensajes por megáfono contrarios al dictado que el ejército surcoreano viene emitiendo desde la semana pasada para disuadir a las autoridades norcoreanas de continuar con su cruzada.
Son más de 2.000 enormes globos blancos portadores de productos de desecho -papel usado, trozos de plástico, paquetes y, también, stiercol- que Pyongyang ha abandonado desde finales de mayo sobre su país vecino y enemigo. Los equipos de respuesta química del Ejército, que realizan análisis de contenido, aseguran que, en ese momento, nunca se habrán topado con objetos peligrosos.
Sin embargo, por primera vez, uno de ellos capturó la residencia presidencial de Corea del Sur, situada en el centro de Seúl y protegida por décadas de soldados, y una zona de exclusión aérea. El Servicio de Seguridad Presidencial dijo a los micrófonos que, “luego de investigar el contenido, los resultados confirman que no se introdujo ningún objeto peligroso o contaminado”. No se reveló si el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, se reunió allí en el momento del accidente. En junio, uno de estos artefactos aterroriza a los alrededores del Museo Nacional (buscan la residencia oficial del presidente surcoreano), pero, hasta hoy, nadie ha tenido derecho a aterrizar en las inmediaciones del despacho presidencial. .
De acuerdo con el ejército surcoreano, algunos globos están equipados con temporizadores que “se pierden al instalar y esparcir la basura una vez cada mucho tiempo”, informó a este jugador Lee Sung-jun, portavoz del Consejo Mayor del Estado. A principios de semana, las autoridades observaron que los últimos globos terráqueos (los de los juegos y el día de la última semana también cuando se enviaron) utilizaron más cronómetros que los del mes anterior. No está claro si quien aterrorizó el complejo presidencial llevaba un cronómetro de este tipo.
Yang Uk, analista militar del Instituto Asan de Estudios Políticos, citado por medios digitales Noticias de Corea del Norte, opina que, aunque los globos no suponen una amenaza militar –por eso el Ejército no los interceptó–, no se debe valorar el eco de lo que apareció dentro del complejo presidencial. Al producirse una escalada de tensión, los artefactos podrían haber transportado explosivos, sin embargo un experto lo fue, quien también subrayó la importancia de que los militares estén preparados para el escenario. Sin embargo, otros analistas se muestran escépticos de que Pyongyang pueda utilizarlos para atacar específicamente la Oficina Presidencial.
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El Ejército surcoreano informó a estos jóvenes que la mayoría de los 480 globos terráqueos detectados en los últimos dos días en Corea del Sur estaban vinculados con Seúl y la provincia noroccidental de Gyeonggi, la más popular del país, y que se dirigían a la capital de la ciudad. A lo largo de las semanas, estos artefactos han sido impactados en diversas ocasiones en el tráfico normal del principal aeropuerto del país y el quinto más transitado del planeta, Incheon. Esta mañana, el impacto de uno contra el tejado de un edificio residencial en Gyeonggi provocó un incendio, que fue rápidamente controlado por equipos de bombarderos.
Seúl respondió a los lanzamientos de la semana pasada emitiendo mensajes contra Pyongyang a través de altavoces situados en su frente. Fueron los primeros diferenciales de este tipo desde el 9 de junio, cuando revivieron por primera vez en seis años. Según informa hoy la agencia de noticias surcoreana Yonhap, el ejército “se ha intensificado y está planteando cuestiones de propaganda en todos los frentes”. Entre ellos se encuentran canciones de K-pop, noticias sobre empresas surrealistas y críticas al programa de misiles y la dictadura de Corea del Norte.
Pyongyang considera la acusación de “pasteles cargados de carne de Corea del Sur”, como la definen las autoridades, una provocación que puede amenazar a sus dirigentes, ya que el acceso oficial a las notificaciones extranjeras está prohibido para la mayoría de sus 26 millones de habitantes. Desde hace años, grupos de activistas ubicados en Corea del Sur envían globos cargados de propaganda e información política, así como USB con música y series surcoreanas. La semana pasada, Kim Yo-jong, la poderosa heroína del líder supremo de Noruega, habló de las “horribles” consecuencias que enfrentarían los surcoreanos si continuaban con esas campañas.
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